GRUPO TOCALAOTRAVEZ

lunes, 12 de septiembre de 2011

Criterios artísticos, por Elvira Onetto y Alicia Palmes

Cuando uno lee al escritor y periodista Roberto Arlt se da cuenta de que aún hoy –a casi 69 años de su muerte- su obra emerge como un retrato vivo y fidedigno de las sociedades. Uno puede descubrir como sus reflexiones cobran una vigencia inusitada y nos ayudan a entender, un poco mejor, no sola la idiosincrasia del pueblo argentino sino del alma humana.
Sin embargo, en los últimos años, más que sus obras de teatro se han representado sus novelas y cuentos (tal es el caso de “Los siete locos”, “Prueba de amor” y “La isla desierta”, entre otros). Ahora bien, ¿por qué elegimos poner en escena la obra de teatro “La fiesta del hierro”?.

Después de haber leído varias de sus obras, consideramos que en “La fiesta del hierro” aparecían algunas reflexiones universales que aún hoy siguen teniendo vigencia y vale la pena representar, más aún teniendo en cuenta que es una obra que se representó muy pocas veces en la Argentina.
En “La fiesta…” aparece el egoísmo, la sordidez y la ferocidad del alma humana. Sin distinciones de clase, todos los personajes se sumergen en el barro mostrando sus miserias y demostrando lo que son capaces de hacer para alcanzar su acometido. Impotentes o disolutos, los protagonistas se refugian en la “mala conciencia”.
La obra denuncia con dureza el capitalismo, la guerra y se observa a la hipocresía como el accionar de la sociedad y el cinismo reflexivo como la salida frente al ahogo social. A partir de la obra, uno puede descubrir todo lo que puede hacer el ser humano motivado por la aspiración a ascender de clase social. En este sentido, tiene una mirada aguda sobre la psicología de los personajes, apelando a sus sentimientos más bajos y siendo capaz de entender la psicología del necesitado y del poderoso.
Es interesante analizar –y artísticamente será un lineamiento general de esta puesta- que no se pone a los ricos como malos y a los pobres como buenos sino que muestra que tanto unos como otros se mueven por los sentimientos más bajos. Es decir, en ambos se da esta lucha de conciencia entre el bien y el mal pero literalmente siempre es el mal el que triunfa. Esto hace que otro criterio a adoptar estéticamente es marcar las contradicciones de los personajes evitando caer en estereotipos o en construcciones lineales donde sepamos de antemano qué es lo que van a hacer.
Arlt supo hacer una radiografía del alma humana, mostrando sus ambiciones, sus temores más arcaicos, sus pasiones más bajas.
Por último, lo disonante, depositados en seres out-casts –al margen de la ciudad, de sus leyes, de sus trabajos, de sus clases, al margen en fin, de las formas de vida legitimadas- instauran el espacio del mal (ver estética del mal y el juego de la conciencia). En este sentido, muchas veces sucede que el contraste (solemne-irreverente, grande-pequeño, bello-feo, mal-bien) es una estrategia generadora de humor. Él se especializa en la construcción de ambientes sublimes, contextos dorados y acontecimientos insignificantes y ridículos. Arlt provoca humor y éste será un condimento que también deseamos que aparezca en la obra.

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